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Ana Chevarría

diciembre 22, 2018
Enfermedad, Vejez y Muerte

La Vida es un continuo que transitamos entre el momento de nuestro origen espiritual y más allá de la trascendencia de esta existencia. Este pasar medible en tiempo calendario no es más que un momento ínfimo en el transito atemporal; y constituye una oportunidad para vencernos en lo más primitivo de nuestra humanidad y lograr conocer el propósito que nos hará elevarnos a alturas espirituales que desde esta pequeña plataforma que creemos única y magnífica no logramos concebir.

Sin embargo, puestos bajo el Camino Espiritual comienza a abrirse el sendero que nos permite ver más allá de lo «tangible», nos abre la visión de lo efímero que es este cuerpo que enferma, envejece y morirá pero el cual transporta en su interior aquello tan desconocido para el Hombre occidental y tan familiar y posible para quienes han vivenciado practicas milenarias de meditación: el Espíritu. El Ser perfecto que en verdad somos y que por su genética divina jamás perecerá y de conocerlo y permitirle ser el guía de nuestras opciones, será la puesta en acción del Poder, ese que Cristo enseña que es capaz de mover montañas. La montaña más difícil de mover y vencer está en el ego, esa sombra que creemos ser, pero que en verdad es «una forma vacía que se parece a un cuerpo (Andrée Ricardo. 111 Escalones Hacia el Cielo. 1996).

Entonces el motivo de nuestra existencia no está en conservar un cuerpo que envejecerá y morirá, que enfermará inevitablemente, sino en descubrirnos en espíritu, porque allí está la clave de esta existencia y su trascendencia más allá del paso por la muerte.

Lo demás, lo que es necesario para la vida en este mundo y sus opciones es asunto de administración de las condiciones para enfrentar estas 3 leyes inexorables: enfermedad, vejez y muerte.

Taller: Las 3 Leyes realizado el 22 de diciembre 2018 en Arica

 

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