Este sábado 28 de agosto fuimos recibidos por la montaña de Roma, en San Fernando, y toda su exuberancia que a poco andar nos llenó de la inocencia de nuestra niñez-adolescencia como cuando teníamos 15 años.
Pudimos recibir por vivencia lo que el espíritu que habita en cada uno mostró cuan propósito de avance en el empeño por recorrer el camino espiritual crístico.
Aprendimos que un ser espiritual es aquel que asume al espíritu de Dios que le vive y acepta aprender, aplicar, hacer los cambios y enfrentar el recorrido para conocer sus Tres YO (Cuerpo-mente, Alma y Espíritu) y que sea lo espiritual que gobierne sobre lo emocional, cultural y mundano que reconocemos nos vive a ciertos tramos pero estamos dispuestos a vencer.
Para este logro, Cristo nos ha entregado los principios espirituales que encontramos en el Sermón del Monte y las virtudes como espejo de medida para ejercitarnos en el camino espiritual del cual Él es el Conductor.
Porque vivimos en la certeza que hoy sembramos los frutos que recibiremos cuando pasemos por la Resurrección.
¡Fue bueno volver a vernos!
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