Todo Ser Humano nace en La Gracia: hombre o mujer sin distinción. Y esto es por Los Hechos de Salvación que el Cristo nos concede.
Todo Ser Humano que es procreado por la natural unión de hombre y mujer (exento de intervenciones artificiales), cualquiera sea su origen cultural o terrenal, recibe La Gracia del Espíritu de Dios Creador en su persona.
La Gracia recibida (sin previo mérito humano) contempla la extinción de toda deuda y condición anterior al Hecho Cristico, a saber: nacer en pecado, imposibilidad de acceder al reino, sujeción a deudas y
al eterno retorno, muerte en manos de los infiernos, sueño de la Espera para los Seres de Bondad, Juicio
al final de los Tiempos, muerte espiritual sujeta a existencias bajo condición de la Caída.
La Gracia borra todo este estado anterior.
Los Hechos de Salvación colocan un plano nuevo (la Buena Nueva) en donde el Espíritu del Creador es restaurado en el Ser Humano, y ya no se nace en pecado, y las puertas del reino se abren para los fuertes en la Fe y leales a sus compromisos con Dios.
La mujer y el varón son iguales en Gracia y Salvación. Por lo mismo: son iguales en Consagración por Fe y por Compromiso. Tanto la mujer como el varón acceden al Sacerdocio por Consagración, sin distinción de otro tipo.
La mujer es, y ha sido, discriminada en base a los añejos cánones, anteriores a La Gracia y al Hecho de
Salvación. Acusaciones infundadas, inventadas, falaces que la culpan de toda desgracia humana ante
la pérdida de las condiciones adámicas.
Aceptar y reconocer La Salvación y La Gracia de Cristo, (en declaraciones verbales y en repeticiones rituales) pero continuar la política de subyugación y discriminación, de persecución y de violencia en contra de la mujer… es literalmente demoniaco.
Toda religión que ‘concede’ a la mujer un lugar secundario, privilegiando la autoridad patriarcal, no es parte del Dios Justo, sino un culto del príncipe de la injusticia.
Todo conglomerado de fe que proclama a Dios y somete, persigue, tortura moral y físicamente a la mujer, es un conjunto de maldad apto y estructurado para hacer mal y favorecer al Mal. Y en su confesión de credo no hacen referencia al Dios que Cristo nos enseña y hacia el cual Él nos conduce, sino que en su secreto reivindican al dios de la muerte, la hipocresía, la apostasía y la negación del Bien.
(No creas en ellos por lo que dicen y proclaman, sino que observa aquello que hacen y cómo tratan al
inocente y a la mujer: y sabrás a qué poder sirven).
Cristo, el Dios de la Paz y de la Justicia, nos libera del Mal y nos ofrece un Camino Espiritual para retornar a la Casa del Padre Creador. La mujer, habiendo sido víctima de la furia de este sistema mundano, tiene en Cristo a su Liberador, a su Redentor y a su Conductor: Quién posee instancias de Gracia a las cuales toda mujer Consagrada puede acceder hoy, aquí y ahora.
La mujer Cristica tiene un gran desafío en el Camino hacia La Vida: romper con las amarras mundanas que todo Ser Humano de Fe debe deshacer, pero, además, recuperar las claves de las Evas que yacen disponibles para la mujer consagrada… Por Gracia de Cristo.
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